Cayó al suelo una cosa exquisita, una cosa pequeña que podía destruir todos los equilibrios, derribando primero la línea de un pequeño dominó, y luego de un gran dominó, y luego de un gigantesco dominó, a lo largo de los años, a través del tiempo. La mente de Eckels giró sobre si misma. La mariposa no podía cambiar las cosas. Matar una mariposa no podía ser tan importante. ¿Podía? (El ruido de un trueno - Ray Bradbury)

La reelección impresentable

La Constitución de la Provincia de Mendoza establece para su reforma parcial o integral un mecanismo que consta de tres partes (artículos 219 a 225).

En primer lugar, la necesidad de la reforma debe ser declarada por una Ley provincial, sancionada por la Legislatura con el voto afirmativo de los dos tercios de los legisladores que componen cada Cámara. Ésta no podrá ser vetada por el Gobernador de la Provincia.

Una vez sancionada dicha ley, la misma es puesta a consideración de la ciudadanía para que, en las próximas elecciones en las que se elijan diputados provinciales, se manifieste a favor o en contra de la reforma propuesta. Según dice la Constitución, no podría entonces, votarse en el mismo acto eleccionario el referéndum por el sí o por el no a la reforma (es decir, el aval de la ciudadanía a la reforma) y la elección de Convencionales Constituyentes. No se puede.

De obtener en el referéndum la mayoría de votos necesaria (sobre la discusión en torno a qué número representa esta mayoría ya nos hemos referido), entonces queda abierto el camino al llamado a elecciones para convencionales constituyentes, quienes en definitiva son los que van a discutir, redactar y sancionar los nuevos artículos de la Constitución de Mendoza.

La Convención Constituyente está formada por tantos convencionales como diputados y senadores forman la Legislatura y son elegidos en la misma forma que los diputado.

Como podrá ya adelantar el lector, es un procedimiento que requiere ir logrando altos niveles de consenso, de información y, por sobre todas las cosas, de buena fe y confianza entre los actores políticos.

La situación en Mendoza es significativamente compleja, ya que un fallo de hace más de 20 años y la tibieza del gobierno anterior, del cual el actual Gobernador fue parte, imposibilitaron dos reformas de dos artículos que podrían haber significado importantes cambios: la eliminación de la posibilidad de que los intendentes se reelijan indefinidamente y el cambio del mecanismo de reforma de la Constitución provincial.

Una vez más resuenan las voces a favor de la reforma de nuestra Constitución.

El tema recurrente de los especuladores de turno es el de la reelección del Gobernador y Vice de la Provincia y el gobernador actual no es la excepción. El Gobernador está preocupado por su reelección sin decir para qué o por qué debería ser reelegido. Es que, más allá de los eslóganes y la adhesión sobreactuada al Gobierno nacional, no ha expresado nuestro Gobernador qué piensa o qué quiere para Mendoza.

Los trabajadores de la salud, los ciudadanos asediados por la inseguridad y los padres preocupados por la educación de sus hijos, están esperando que el Gobernador nos explique por qué debería ser reelegido a sólo seis meses de haber asumido.

Si no fuera tan triste, sería realmente vergonzoso.

Pero hay algo que no nos podemos guardar y es que no queremos para Mendoza el destino de aquellas provincias que han eternizado a sus gobernadores. No lo queremos por este Gobernador ni por cualquier otro.

Recordemos que los cargos son como las bayonetas: pueden servir para muchas cosas, menos para sentarse sobre ellas.

* Publicado en el Diario Los Andes, Sección Cartas del Lector el día viernes 6 de junio de 2012